sábado, 28 de junio de 2008

Que es la Espiritualidad?

Cuando se trata de Dios y el hombre, sólo existe un lenguaje, y ese lenguaje es la espiritualidad.




La espiritualidad es el ejercicio natural que todo ser con conciencia hace del Vigor natural o fortaleza (véase sentimiento) que alienta a obrar, manifestándolo en forma de ánimo, valor, aliento, brío, esfuerzo, vivacidad e ingenio.


También es el conjunto de comportamientos que identifica la tendencia social de una especie. Este ejercicio trata de indentificar la motivación real de un individuo y encasillarla dentro de su propia conciencia para que el propio individuo entienda que es lo bueno y lo malo, para que motu propio obedezca y se someta a las normas establecidas, dotándole de un grado de dignidad en su comunidad, permitiendo así, sostener una moral y por reacción un clan social, familia, pueblo y/o nación.



La espiritualidad es la universalidad de la Verdad, la Luz y el Deleite. La espiritualidad es la necesidad consciente de Dios. La espiritualidad es la oportunidad constante de realizar y probar que todos nosotros podemos ser tan grandes como Dios.
Dios es Deleite. El Deleite es el hálito del alma. Dios no quiere ver el rostro de la tristeza. Dios nos dará la infinitud en el momento en que estemos dispuestos a ofrecerle tan sólo un destello del deleite de nuestra alma.



Esto es lo que dice la Lic. Dra. Marina B. Gómez Prieto Psicóloga. Médica psiquiatra sobre el tema.



El hombre es un ser que participa de tres dimensiones. Ante todo la somática, orgánica, después la psíquica, mental (en el sentido estricto), y finalmente la espiritual, pero no añadida como una dimensión en sí, sino que, sin ser ella la única, es sin embargo la verdadera dimensión del ser humano.
No podemos, en definitiva, conocer al hombre si se niega alguna de sus dimensiones. Estaríamos ante una proyección del mismo, no ante el hombre en su totalidad. La imagen –legada por Freud- de un hombre absolutamente condicionado por su dimensión psico-física es desplazada en Frankl por la riqueza y dignidad de la persona espiritual, única, irrepetible.
Cada hombre que viene al mundo es algo absolutamente nuevo que llega a la existencia, que se hace realidad. La existencia espiritual no es transmisible, no puede trasplantarse de padres a hijos. Los padres sólo pueden entregar el contenido genético de los cromosomas que determinan exclusivamente lo psicofísico, pero no a la persona espiritual. El hijo es un nuevo ser que se llama “yo” a sí mismo. Ha surgido un nuevo tú, sin que por eso sus padres se empobrezcan de espíritu o pierdan el derecho de decirse yo a sí mismos (Frankl, 1991).
Este espíritu, por naturaleza invisible, ¿Qué es? ¿Cómo lo descubrimos? No todo lo invisible ha de ser puesto como irreal. Muchos fenómenos del alma, como “el amor a la verdad” o “la buena voluntad “son también invisibles. Lo que existe espiritualmente aparece como algo que se trasciende. Su ser radica en la realización de sí mismo y sólo se verán sus actos pero no la realidad que subyace. Es como la misma situación del espectador de una película: sólo verá el movimiento de los objetos filmados pero no el movimiento o progreso de la imagen o de la película.
Como si existiesen una serie de capas: las más externas permiten y son necesarias para la expresión del núcleo.
Así los rasgos corporales de una persona pueden expresar su carácter como algo anímico y esto a su vez lo espiritual. El organismo psicofísico se presenta como un complejo de órganos, de instrumentos o medios para alcanzar un fin que no siempre deja ver con claridad la esencia espiritual del hombre. Su función expresiva es turbia, al mismo tiempo que hace pensar en su carácter instrumental. Por esto, en la realidad el hombre espiritual pero finito está siempre condicionado, aunque potencialmente no lo sea. La persona espiritual (ese núcleo) es quien organiza al organismo psicofísico. Se establecen relaciones análogas a las de un músico con su instrumento. Tanto el uno como el otro son necesarios para la ejecución de la obra. Si el instrumento se desafina (enfermedad), no habrá músico capaz de tocar en él.
A diferencia del conjunto músico-instrumento, el cuerpo y el espíritu no están en la misma dimensión del ser. El espíritu permanece invisible. Lo espiritual no puede enfermarse. Al contrario, será lo que permita al enfermo una relación personal –a veces precaria- con el proceso orgánico de su enfermedad. Cabe mencionar algunos ejemplos de Vallejos Nájera en su libro “Concierto para desafinados”.
Constituye ese “núcleo central que no es afectado ni en la psicosis. Una afección psíquica toca al organismo psicofísico y puede llegar a desorganizarlo o destruirlo. El espíritu, por esa íntima unidad, puede ser perturbado.
En términos psicológicos Frankl percibe al espíritu como un eje que atraviesa el consciente, preconciente e inconciente. El espíritu –el yo en su esencia- se introduce en estos tres planos. Surge un nuevo concepto de “persona profunda”. No será ya la facticidad psicofísica, algo vegetativo o propio de un animal, sino la persona espiritual-existencial que en su dimensión más profunda es inconsciente.
Frankl observa que en los actos espirituales la persona queda de tal modo absorbida que no puede ser objeto de reflexión, no puede aparecer la verdadera esencia de la persona: la propia existencia –dirá- es irreflexiva y no analizable; el espíritu tiene la capacidad de captar el mundo como objeto, siendo él mismo inobjetivable. Lo espiritual, concluye “tanto en su última instancia como en su origen tiene que ser inconsciente”.

Sant Kabir


Llamado también Kabir Sahib o Sant Kabir, no es fácilmente clasificado como un Sufi o un Yogui - él es todos estos-. Es reverenciado por Musulmanes, hindúes, y Sijes. Nació en Varanasi (Benares), India, probablemente alrededor del año 1440, aunque otras fuentes colocan su nacimiento en 1398, dándole una vida útil total de más de 100 años. De padres musulmanes, muy temprano en su vida, Kabir se hizo discípulo del santo hindú Bhakti Ramananda. Era muy insólito para un profesor hindú aceptar a un estudiante musulmán, pero la tradición dice que Kabir fue la excepción porque encontró un camino creativo para vencer todas las objeciones.La colección de poemas de Kabir, reunida por sus discípulos durante el transcurso de su vida, se ha convertido tras su muerte en un libro sagrado para sus devotos, constituyéndose en una de las obras maestras de la literatura espiritual universal.


Poema 1:

¿Dónde me buscas, oh, servidor mío? ¡Mírame! Estoy junto a ti.No estoy en el templo ni en la mezquita, ni en el santuario de La Meca, ni en la morada de las divinidades hindúes.No estoy en los ritos y las ceremonias; ni en el ascetismo y sus renunciaciones.Si me buscas de veras me verás enseguida; y llegará el momento en que me encuentres.